Eloy Palacio quedó atrapado tras el desplome de un inmueble del siglo XIX.
La falta de medios propició que el fuego de un halógeno que parecía no revestir gravedad arrasara el bloque y provocara la tragedia.
En la arteria principal de la ciudad, Uría, no hay hidrantes; en la calle de Melquiades Álvarez, donde ardía el segundo edificio, los técnicos hallaron sus bocas de incendios inutilizadas. Algunos bomberos comenzaron entonces a romper con un pico y a mazazos losas, buscando puntos de agua debajo. Finalmente, optaron por utilizar bocas de riego para enganchar las mangueras. Una presión de agua insuficiente para atajar un incendio «muy grave»