La acción del hombre en la naturaleza es más que evidente, y los cambios generados en muchas ocasiones producen importantes riesgos para el propio ser humano, como es el caso de construcciones próximas a cuencas fluviales y barrancos, o edificaciones en masas forestales densas con escasas vías de evacuación.
Mucha es la legislación al respecto, tanta como su sistemático incumplimiento.
¿Se puede compatibilizar el uso y disfrute de la naturaleza con la seguridad? Probablemente si, pero acompañado de grandes dosis de sentido común.
La nefasta actuación del hombre en materia de inundaciones nos ha dejado tristes ejemplos en la comunidad valenciana, teniendo en cuenta además que Valencia presenta una orografía concreta o su proximidad al mar, así como un clima de extremos en lo que a pluviometría se refiere que hacen que con periodos de retorno cada vez más impredecibles tengamos episodios de gotas frías y fenómenos similares que se ven agravados por decisiones arriesgadas en su mayor caso urbanísticas, pongamos algunos ejemplos:
• El desvío de cauces para fines urbanísticos, hace que cuando la pluviometría supere los estudios de carga realizados, las aguas busquen sus cauces naturales con el consiguiente riesgo de desbordamiento y daños a las áreas urbanizadas.
• En otros casos todavía es peor cuando se construye directamente en cauces de barrancos que erróneamente se entienden como seguros porque llevan años de sequía.
• La colocación de barreras de la salida de aguas a través de ramblas y barrancos al mar, sirvan como ejemplos urbanizaciones a pie de costa, en muchos casos incluso parapetadas tras barreras acústicas como auténticos muros de contención.
• La suciedad de los cauces y el crecimiento de vegetación sin control y sin episodios de talas y limpiezas de cañizales que actúan como tapones en caso de avenida.
• La ampliación de cuencas y caudales sin variar la anchura de los ojos de los puentes existentes que acaban funcionando como verdaderos embudos.
• La inexistencia de planes municipales de inundaciones provoca que los sistemas de prealerta no funcionen y que las comunidades de regantes no tengan unos protocolos establecidos respecto de la conducción de las acequias en caso de inundaciones.