En vísperas de la entrada de los niños a los colegios, una vez más el desconocimiento y la dejadez se ponen de manifiesto.
Centros escolares carentes de Planes de Autoprotección y lo que es peor en muchos casos, pensando que lo tienen cuando en realidad lo único que tienen es un plan de riesgos laborales, más pensado para garantizar la integridad de los trabajadores, que del bien jurídico protegido que en este caso son LOS NIÑOS.
Y además donde lo tienen, nos encontramos con planes que no se revisan con la periodicidad adecuada, ni cuentan con ficha de protocolos que realmente permitan al personal actuar de forma correcta. Donde en el mejor de los casos se realiza un simulacro al año y donde los niños durante el mismo son tratados como si fueran de excursión y no en un simulacro de Emergencia.
Un plan de Autoprotección, es la suma de un plan de riesgos laborales y un plan de emergencias. Esto puede resultar un poco complejo, pero debe pasar por la realización del plan, sus protocolos básicos, su implantación y sobre todo por la realización de auditorias y formación, muuuuucha formación.
Porque pensemos por un segundo, y solo por poner un ejemplo, cuantos docentes tienen conocimientos en primeros auxilios pediátricos?, o cuantos saben utilizar correctamente un extintor o una BIE?.
Y lo que es peor, qué ocurre cuando un plan no está actualizado?, pues que cuando se da la situación la persona encargada de dar la alarma se ha jubilado, o está de vacaciones o está de ITL etc… y en consecuencia todo el plan se ha ido al garete porque no se ha previsto sustituto.
Finalmente, los mal llamados planes de autoprotección (insisto en la mayor parte de los casos no son más que planes de riesgos laborales), tan solo se adecuan al riesgo de incendio, sin catalogar el resto de riesgos potenciales atendiendo a la situación individualizada de cada centro, ¿O será lo mismo un centro ubicado en el centro de valencia, que un centro proximo a la cuenca del Segura que cuenta con otro amplio espectro de riesgos?.
La seguridad de los niños debe ser una garantía y no una apuesta, y para ello es necesario que de una vez por todas los centros cuenten con los protocolos adecuados diseñados por profesionales de la seguridad.